Waking up zombies

Despertando zombies.
La criatura yace ahora inerte frente a ti, su piel verdosa y desgastada, un rastro de lo que alguna vez fue humano. En tus manos sostienes algo que parece más macabro que cualquier arma: un zombi con su cerebro fresco y envuelto cuidadosamente, como si fuera un delicado manjar. La sensación es extraña, pero aquí estás, en medio de un apocalipsis, y en esta nueva realidad, las reglas han cambiado.

Esperas que, cuando lo saques del envoltorio, no se abalance sobre ti. Con los zombis, toda precaución es poca. Los cuentos de terror no hacen justicia a la experiencia de ver a uno de estos seres volver a la vida. Cada pequeño movimiento, el leve temblor de sus dedos, el estremecimiento en sus pálidos labios, indica que algo en su interior se reactiva, como una máquina que lleva mucho tiempo apagada y ahora está despertando de nuevo.

Con las manos temblorosas, retiras el envoltorio. Tus ojos se encuentran con los suyos por un breve, terrorífico momento, y de repente, sus párpados se abren de golpe. Los ojos vacíos, vidriosos, parecen enfocar lentamente el cerebro que sostienes. Un gruñido gutural surge de su garganta, bajo, pero creciente, una señal de hambre.

Lo que sucede a continuación dependerá de tu rapidez y tu valor. Un movimiento en falso, y el zombi podría abalanzarse sobre ti con una velocidad inesperada. Si todo sale bien, ese cerebro será su única presa… al menos por ahora.