No sé con certeza cómo terminarán los dibujos, pero eso es precisamente lo que me motiva. Sentarme con mi libreta, acompañada de una taza de té, es un ritual que se ha vuelto parte de mis mañanas. Es ese momento de pausa en el que la mente se desconecta del ruido y las expectativas, y simplemente fluye.
Cada trazo, cada forma, va tomando vida con su propio ritmo. Es curioso cómo algo que empieza siendo solo una página en blanco puede transformarse en una pequeña historia, con su propio estilo y personalidad.
No busco perfección, porque sé que la perfección puede ser una trampa que paraliza. Busco disfrutar del proceso, perderme en los detalles, esa es la magia de dibujar.
Este desafío de 100 días es más que una práctica diaria, es conectar con uno mismo, observar con otros ojos y a darle valor a lo imperfecto. Cada página es un recordatorio de que la creatividad se alimenta de la paciencia y la curiosidad.
Hoy os enseño el nº3, 4 y 5 de 100, y ya siento que este pequeño hábito me va acompañar más tiempo de esos 100 dìas del reto.
Qué magia escondida habrá en las próximas páginas?
Nos vemos el lunes por aqui, o pasate por instagram.
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