He cosido un muñeco inspirado en Eddie Munster, ese entrañable personaje medio vampiro y medio lobo que siempre ha cautivado mi imaginación. Sabía que un muñeco así no podría ser “típico”, pero su encanto tétrico era irresistible. Con cada puntada, sentía que traía a la vida algo más que solo un simple muñeco.
Su piel pálida y su cabello negro azabache le daban un aire misterioso, mientras que sus ojos oscuros transmitían una mezcla de melancolía y alegría. Un pequeño ser encantador que, aunque un poco diferente, posee una calidez que atrae a quienes lo rodeaban. A medida que iba cosiendo su traje, no podía evitar sonreír al pensar en cómo Eddie, el niño que lo inspiró, también anhelaba un lugar al que pudiera llamar hogar.
Así que, al coser este muñeco, sentí que estaba ayudando a Eddie en su búsqueda. El muñeco no solo es un reflejo de su apariencia, sino también un símbolo de su lucha por encontrar un hogar peculiar donde pudiera ser amado y aceptado. Quería que el muñeco representara su esencia, ese espíritu curioso que nunca dejaba de explorar, incluso cuando el mundo lo empujaba hacia un rincón oscuro.
Una vez terminado, el muñeco estaba listo para salir al mundo. La luz del día lo incomoda; prefiere la noche, donde puede dejar que su naturaleza de lobo y vampiro brille sin miedo al juicio.
Lo coloqué en un sobre decorado con calaveras y huesos, como un refugio especial para él. Tenía la esperanza de que, al entregarlo a alguien, el muñeco pudiera encontrar un nuevo hogar que fuera tan peculiar como Eddie.
Así que, con una mezcla de emoción y nerviosismo, lo envié a su nuevo destino. Sabía que, al recibirlo, comprendería la esencia de Eddie y, de alguna manera, le daría un nuevo significado a su búsqueda de pertenencia.
Sentí una chispa de alegría cuando supe que en su nuevo hogar había sido muy bien recibido.
Ser diferente no solo es una carga, sino una bendición, y todos merecemos un rincón donde sentirnos en casa.
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